sábado, 21 de agosto de 2010

Hada

Como cuando eres pequeño y empiezas a coger algo que sabes que si te pillaran estarías castigado meses y meses sin ver la tele, así, así se sintió Carlos al desabrochar el vestido de Hada.
Hada solo tenía 15 años, y era la sobrina de su novia.
Estaba cometiendo un delito que se transformaba poco a poco en un deleite para su vista al ver su cuerpo pálido y rosado, deleite para sus oidos al sentir el ruido de la seda cayendo por el suelo.
Deleite para sus manos al tocar los senos de Hada, como quien toca la masa aun sin hornear.
Hada era pícara y a pesar de ser 8 años más pequeña, le doblaba en picaresca aunque no en práctica.
Carlos la trataba con sumo cuidado, a lo que ella respondía con salvajes mordiscos en el cuello.
Estaban haciendo algo prohibido, pero sentían tantas ganas el uno por el otro, que lo prohibido se convertía en obligación.
En algo que si no se hacía, sería como insultar a los sentimientos.
Carlos era una de esas personas que son perfectas y tienen necesidad de diversión, de algún aliciente que derivara en alegría, en locura.
Y eso se lo daba Hada, solo ella, únicamente ella, simplemente ella.
Se comían en la cama, y se abrazaban llorando, como cuando alcanzas algo ansiado, como cuando llegas a la meta.
Temblaban de amor, de locura, de miedo.
Hada carecía de remordimientos, era una de esas personas egoístas, pero ese tipo de egoístas que todo el mundo envidia por que hacen lo que quieren y quieren lo que hacen.
Pero necesitaba algo cuerdo en su vida, alguien que le parara los pies y la sentara en un banco en el parque y le diera granizada de fresa. Y ese era Carlos.
Eran las 12 y el peligro se acercaba, pero se quedaron abrazados. Supongo que a buen entendedor... .
Amor con sabor a locura y a fresa con menta.


viernes, 20 de agosto de 2010

chocolate

Hoy mi sentido de la inspiración está encerrado en un armario.
Dice que no quiere salir y yo le digo que tengo que actualizar mi blog.
Me ha dicho que sale si le doy galletas con chocolate caliente.
Y al recordar el chocolate caliente...me vienen tantos recuerdos... .
Recuerdo que mi madre me daba chocolate caliente cuando era pequeña para que me relajara y me durmiera tranquila.
Recuerdo que cuando fui siendo más mayor, mi madre me daba chocolate caliente, para que le contara mis secretos, aprovechando su calidez.
Hay quien dice que un buen chocolate te hace olvidarlo todo, te hace pensar solamente en ti.
Otros más pícaros que el chocolate es afrodisíaco y que un buen chocolate puede darte noches de placer.
Mi sentido de la inspiración me vuelve a decir, que sin chocolate y nubes no sale.
Nubes, ahora quiere nubes, pero el chocolate no lo olvida.

viernes, 13 de agosto de 2010

veces en las que

Hay veces en las que te enredas entre mis piernas y me haces llegar al cielo.
Veces en las que te hundes en la oscuridad de mis ojos y yo me disuelvo en la claridad de los tuyos.
Parece que estamos hechos el uno para el otro, pero en realidad, dudo que hayamos nacido con ese don.
Las personas no están hechas con ese fin. Simplemente...cuando te veo siento una fuerza que me recorre desde mi sexo hasta mi estómago pasando por mi ombligo.
Y esa fuerza, esa energía no es otra cosa que lujuria, amor, paz.
Hay veces en las que me acaricias los labios y dices que besarlos es como besar a una fresa ácida.
A mi a veces lo que me gusta es acariciar tu gran espalda, me gusta y no puedo evitar dormir en ella.
Nos amamos tanto, que a veces siento que nadie puede amarse con la misma intensidad con la que lo hacemos nosotros.
Sigue besándome, me enciendes.

miércoles, 11 de agosto de 2010

De cuento

Miró por la ventana y comenzó a pensar, a reprocharse a si misma, como podía gustarle Garfio más que Peter Pan.
¿Por qué a veces nos gustan las cosas que no deberían gustarnos?
Wendy sonrió pícaramente, sintiendo el placer que se siente al sentir que haces algo prohibido.
No cerró la ventana del todo, por si la malicia quería escurrirse por la ranura que había dejado.
Esa noche, durmió sin camisón.

martes, 10 de agosto de 2010

sshhhh

No me digas nada, disfruta hoy del silencio, de lo que significa cada ruidito que se oiga, bésame, confía en mí.
No importa que no hablemos de nada interesante hoy, no quisiera resultar pedante al filosofar sobre la vida.
Abrázame, siente mi piel, siente el silencio. Quítame el carmín con tus besos. Pero sobre todo disfruta de lo que te cuenta el silencio.

domingo, 8 de agosto de 2010

Casualidades


Subió y miró a la lejanía, buscando un lugar donde reposar su trasero y su espalda cargada por esa mochila de colores, repleta de cosas divertidas: unas maracas, un triangulo, una armónica, un libro de acertijos, libros de poesía, una botella de algún licor dulce, cigarrillos de menta, bloc de notas donde apuntaba todos los días una cosa buena que le haya pasado en el día y una brújula.
En la lejanía estaba el, pelo negro, ojos color mar y mirada horizontal.
A Naida le gustaba el mar y la música y el teatro, y no sabía por que el le inspiraba todo eso.
Supongo que ni si quiera pensó todo eso, simplemente se sentó.
Abrió uno de sus libros de poesía, le ayudaban a no tener que mirar al frente y encontrarse con los ojos de la gente, que la miraba raro.
- ¿Me lees alguna? No me gusta demasiado la poesía, pero me gusta escuchar y seguro que tienes una voz bonita
Naida se quedó aterrorizada a la vez que se ahogaba en esos ojos azules. No sabia que decirle.
Simplemente dijo:
-La poesía nació para ser escuchada, hay poemas que son mucho más bonitos si los lee alguien que sabe recitar.
Es como una canción.
Pero un autobús no es el sitio idóneo.
-Me gustaría escucharte donde tu dijeras, no tengo nada que hacer, donde tu me quieras leer yo iré. Y si, he acertado, tienes una voz preciosa, relajante.

Naida sintió que se estaba enamorando, o simplemente pensara que se estaba ilusionando.

-El parque. El parque me encanta y no tiene muy buena acústica pero es el mejor sitio para leer poemas, además tengo un licor de cerezas en la mochila, muy dulce, hecho por mi padre.

Y simplemente se fueron, mirando los dos a ningún lado, pensando que estaban cometiendo una locura.

Pasaron una tarde perfecta, llena de poesía, filosofía, música, humo y algo de alcohol.
Rieron, lloraron con algún poema, se aguantaron las ganas de besarse con el licor y siguieron riendo.
Hubo algo de sexo en la historia de el, según lo contaba ella no, solo hubo poemas y alcohol.
Lo demás fue humo.

martes, 3 de agosto de 2010

Colores

Vestía tacones verdes, falda azul y camiseta amarilla. Labios rosa palo y coloretes rojos, ROJOS.
Carlota tenía muchos problemas, que no se los habia buscado sola. Le vinieron así, por que era desgraciada.
Vivía sola, y al ser daltónica siempre ha pensado que sus tacones eran marrones. Sus padres la dejaron sola, por que consideraban que ser daltónica era algún castigo de Satanás.
Carlota tenía novio si, pero era muy raro. Pedro no le decía que la quería, por que decía que el enanito de los te quiero estaba deseando salir, y si salía no podría decirlo jamás.
Carlota era muy patosa,y muy llorona, lloraba tanto a veces que inundaba la casa y tenían que dormir en el jardín.
Carlota tenía un jardín, con caseta para el perro, a pesar de que le aterrorizaban los animales.
Y tenía motivos, una vez una rata se puso a tocarle la flauta en medio de la calle, Carlota empezó a bailar pensando que esta ratita era muy simpática, cuando derepente se vio en una cueva.
La ratita simpática solo quería secuestrarla, allí estaba un simpático chico que reclamaba la flauta de la ratita.
Pero Carlota fue lista y cuando la ratita estaba ensayando sus obras, salió corriendo y llegó a su casa. Lloró tanto que los muebles encogieron.
Pedro piensa que Carlota está loca, por que muchas veces sale al jardín ladra un poco y se mete en la caseta del perro.
No se da cuenta que como ese perrito que ladra y se mete en su casita, necesita atención.
Por que Carlota ha tenido muy mala suerte en la vida y nunca le han prestado atención.
En el colegio, ella pintaba castillos de color verde, creyendo que lo estaba haciendo en color marrón y cuando tenían que leer en clase nunca le tocaba, de hecho no la nombraban en la lista de clase.
Cero atención para una niña tan peculiar.
Carlota muchas veces por la noche, se acurrucaba con Pedro para ver la tele, y sin venir a cuento le preguntaba:
-Pedro, ¿tu me quieres como un gato a su ovillo de lana?
- No, te quiero como una araña quiere a una mosca.
Y Carlota se enfadó, por que no entendía la forma de querer de Pedro, así que se metió en la caseta del perro con su libro favorito.

domingo, 1 de agosto de 2010

ignorancia

¿Alguna vez os habéis parado a pensar la de cosas que ignoramos? ¿Y la de cosas que podríamos saber y no queremos?
Hay veces que vivimos felices así, en nuestra ignorancia, por que la realidad nos cambiaría los planes de futuro.
¡Cuántas mujeres van al altar engañadas! Y lo saben, pero corren un tupido velo, le ponen una dosis de ignorancia a su vida y ala, a casarse con su príncipe azul.
Nos engañamos sazonando nuestra vida con ese desconocimiento que simulamos tener, pero la realidad está ahí.
¿Es malo engañarse? No lo sé, supongo que todo el mundo se engaña alguna vez, supongo que todos hemos probado a ser ciegos. Y eso no quiere decir que sea malo, simplemente en ese momento no nos apetecía ver más allá.
Pero no solo desconocemos lo que queremos desconocer. ¿Os habéis fijado en la cantidad de cosas de las que no tenemos ni la menor idea?
No sabemos cuantos niños ahora están muriendo de hambre, y tampoco sabemos cuantas personas están haciendo lo mismo que yo, escribiendo en su blog.
Tampoco podemos saber cuantos médicos ahora están salvando vidas ni podemos saber cuantas vidas se están perdiendo(solo podemos saber que persona importante muere, gracias televisión).
No sabemos cuantos niños están riendo en este momento, ni cuantas personas están haciendo el amor apasionadamente en su balcón.
A veces nuestra vida se hace más valiosa por las cosas que desconocemos, por que eso da sentido a nuestra vida, nos da alguna razón para seguir viviendo, el querer conocer.